Sobre las 8 mi mujer sale con la moto hacía el paseo marítimo para correr. A los 20 minutos recibo una llamada suya: "he dejado las llaves en el cofre del casco y he cerrado, ahora no tengo como abrirlo". Una copia hubiese solucionado el tema, pero ya las había perdido ;-) Así que le digo que corra tranquila y de vuelta llamaremos al RACC. Así lo hacemos, llamo yo, doy mis datos, doy los suyos, explico la situación y envían a alguien. Por llamarlo de alguna manera. Anna, que está con ella, me pasa el parte de la situación por whatsapp, la comunicación fue de la siguiente manera.
"Dice que no le abre la moto, porque está a tu nombre"
"No me digas"
"Y dice que no hace falta que bajes porque la moto es tuya pero no eres socio del RACC así que no te dará el servicio"
"Bromeas no?"
"Si oyeras los gritos de tu mujer sabrías que no"
Llaman a un superior que aplica al pié de la letra el protocolo de "ya puedes quejarte que no te haremos caso" o lo que es lo mismo: "mmm", "si", "no, si tiene usted razón pero no podemos hacer nada".
Y el del RACC se pira.
Ya son casi las 11, hablamos por teléfono, ella vuelve a reclamar al RACC para que manden a otro, yo cojo a los niños (medio año y dos años y medio), todos los papeles y voy para allí en coche.
De momento solucionamos que Bea pueda meterse en el coche y volver en calor, y que Anna y Víctor vayan para casa de una vez. El del RACC tarda pero al menos ahora es competente. Firmo un papel (que antes no había parecido ni existir) en el cual autorizo a mi mujer a recibir la asistencia del RACC y así poder empezar a luchar para recuperar las llaves. Después de intentar forzar el asiento durante un buen rato, prueba otra cosa y es abrir la tapa del motor. Destornillador, dos tornillos, levanta la tapa, estira un cable y cofre abierto en menos de un minuto y sin cargarse nada.
De esta historia saco varias conclusiones.
1) Cuando uno es inútil, lo es, sea operario o directivo, y cuando no, no.
2) Las mujeres pueden hacer muchas cosas a la vez, pero cuando la cagan normalmente es hasta el fondo. Yo en 5 años de moto he perdido las llaves mil veces, pero siempre han aparecido, aunque sea en sitios insospechados (bolsillos, en el baño, debajo del sofá, en la despensa...) y, hay que admitirlo, es ella que las encuentra.
3) Nunca más dejaré el móvil en la moto, porque el más torpe puede abrirla.
4) Cuando necesitas a los amigos, están. Y no me refiero al qué sino al como.
Por cierto ya que es un bloc culinario, decir que a las 12.30 nos hicimos un café con leche para recuperarnos del frío ;-)
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